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El destino de las imágenes

Exhibición en la Galería La portland


Inés Marcó
Fran Vásquez
Curadora: Inés Raiteri

22 de Julio / 21 de Septiembre
Galería La portland
Bajada Grande, Paraná, Entre Ríos, Argentina.


Fotografía: Rebeca Zapata
Montaje: Guido Bertos

El destino de las imágenes

Inés Raiteri

Cuando conocí la obra de Inés y Francisco, Francisco e Inés, sus universos me mostraron lo invisible de lo visible. Ellos crean allí en el ir y venir, en la recurrencia, mezclando planos de relación, buscando simultaneidad, indagando, recuperando, investigando y presentando el aquí y ahora y sus posibles transformaciones.

Si bien las expresiones de sus trabajos llegan después de un detallado y riguroso hacer no pude más que adentrarme por la imantación que ejerce en mi la infancia, en ese tiempo y sentir que todos estos movimientos son posibles y se manifiestan por el impacto que los dos incorporan desde siempre al momento de llevar adelante su trabajo. La infancia como el lugar posible para experienciar, dudar, hacer, equivocarse y también como el lugar vacío para dejarse impregnar por todos los nuevos registros que el ser explora.

Y hay un lugar en la memoria incandescente de aquella mirada libre, autónoma, abierta al mundo, creando relaciones esenciales con la palabra, reconstruyendo el pacto mágico animista, mostrando como se despierta en ellos ese momento no evidente pero que los constituye como observadores de lo que los rodea y nos invita a seguirlos.

Inés encuentra, en el cuerpo y sus acciones, visiones imprevisibles e inéditas de la realidad deformando los estatutos materiales y la semántica de las estructuras, volviéndose hacia las ideas de espacio, color, movimiento y superficie.  Ella sistematiza un universo de nuevas conexiones construyendo un texto para comunicar. Un nuevo alfabeto que pondrá movimiento a cada una de sus producciones pictóricas y textiles. Nada es azaroso, hay en ella un sentimiento profundo de cuál es su límite, de cuál es su contorno y de cómo el contexto la nutre y la incorpora a ese nuevo decir. Ella puede nadar conscientemente en sus producciones pues conoce y se reconoce dentro del agua. Ver los ritmos de su cuerpo en cuidadosas sucesiones de líneas no puede dejar indiferente al espectador.

Francisco reconoce los primeros instantes de lo bello que aparece en sus dibujos y pinturas y lo vulnerable de la transformación que invaden su búsqueda. El atrapa el tiempo, y nos invita a estar atentos. Él nos espeja y en ese lugar podemos capturar parte de su mirada en la maquinaria que para él es el conglomerado urbano.
En el silencioso decir de sus proyectos cada dibujo activa una nueva experiencia a transitar. Es allí donde Francisco continúa explorando velocidades y los universos que indican la fragilidad de los movimientos en el tiempo y espacio. La imagen de esta manera traduce lo decible y nos señala que entre todos los cuerpos es posible delimitar con precisión lo que se pretende separar.

En “El destino de las imágenes” se nos presenta el horizonte que Francisco e Inés desarrollan. Entre el cielo y el agua estamos nosotros dejándonos invadir por sus emociones. Entre el cielo y el agua vuelve a nosotros para poder mirar con ojos de niño.