Trópico canguro

Exhibición en la Galería La portland


Gonzalo Fuenmayor
Federico Roldán Vukonich
Victoria Ruíz Díaz
Curador: Santiago Villanueva

13 de Mayo / 19 de Julio
Galería La portland
Bajada Grande, Paraná, Entre Ríos, Argentina.


Lo estimulante
Santiago Villanueva

Qué pueden ser las obras más que volver sobre lugares comunes? Pero también resulta que los lugares comunes son justamente los espacios donde se hacen más evidentes todas la diferencias: será por eso que también en el arte se usa la palabra género para ordenar… nada nos deja tranquilos hasta que forme parte de algo, hasta que “se integre”. Sentimos que trabajamos solo si podemos hablar. Los lugares comunes son también códigos para empezar a acercarnos: la excusa de creer que compartimos algo. Lo común es lo optimista, la nube, cuando justamente vivimos adictos al conflicto: capaz una obra podría ser esa transición entre los lugares comunes y los lugares de conflicto.

Sólo lo difícil es estimulante, dice Gumier Maier que dice Lezama Lima. Una obra puede ser entonces lo difícil acercándose a lo fácil, el resultado acercándose a la ecuación. Una obra es el embrollo de las cosas comunes, un enredo… sino es otra cosa. Tal vez utilería, tal vez escenografía… un fondo. También pensar en una obra tiene que ver con la cautela: decidir cuánto involucrarse en algo: simular cercanía, decidir una distancia… donde puede ser el ojo u algo más lo que lo determine. Me gusta la idea de Ann Cvetkovich de “archivos de sentimientos”, lo afectivo como un modo de participación pública, lo traumático como aquello alejado de cualquier tipo de patología psiquiátrica. Cvetkovich dice “tanto la fantasía del regreso a un origen como el deseo de asimilación pueden ser estrategias para olvidar el trauma de la separación”. Y la separación puede ser aquel sentimiento de empezar a sentir una distancia, entre una persona y otra, entre nuestras vidas y un paisaje. Habla de lo queer como “una malla abierta de posibilidades, lagunas, superposiciones, disonancias y resonancias, equivocaciones y excesos de significado”, y tal vez desde está enumeración cualquier obra deberia ser el punto de partida de un gesto queer. Hacer de algo no metodológico un método, de lo que no se puede investigar una investigación, de lo que está o demasiado lejos o demasiado cerca un objeto, del éxtasis a la antropología. Tal vez se pueda hablar de un uso ritual del arte, en el sentido de pensar que no hay efecto transferible, y entonces no hay comunicación. El o los usos del arte son siempre colectivos, relacionados con una red, con una comprensión, cómo piensa Nestor Perlongher a algunas drogas. Lo ritual es lo que empieza a ser “no humano”, de algún modo. La obra de Federico funciona en ese modo como un diario que tiene dimensiones no lineales, un diario no narrativo. Las telas de Victoria pueden ser el doble juego de mirar lejos para volver a ver cerca, y así inventar. Una obra puede ser anotar. La obra de Gonzalo superpone más literalmente lo imposible, como el plano final de una película: una economía ya alejada de los sentimientos, con una certeza.

Lxs tres recolectan, en el sentido que podemos imaginar o distinguir cosas que antes no estaban juntas, y que la obra se encarga de mezclar de algún modo. Como Ursula Le Guin piensa la bolsa, un encuentro- contenedor de lo fundamental impensado.

Federico: Lo técnico como un perfeccionamiento para la distracción, resolver para pensar menos. Fragilidad simulada, pose del material. La caja contiene algo, en la superficie y por dentro. Las cajas alquímicas de Víctor Grippo, el esoterismo de los lazos familiares de Mónica Girón, los biocosmos como ejercicios para el luto colectivo de Emilio Renart. El color del chispazo y del brillo, más que del propio cuerpo. Iluminación sin los colores de la luz, el brillo propio. El objeto contenido… la imposibilidad de abandonar al objeto en la sala. El objeto como contenedor (emocional) del espacio.

Victoria: Los cielos de José Cuneo (no los de Oscar Bony). La relación con los dos lados, el del control, el de la aparición. El viraje en los colores, lo crudo que cambia el color… la falta de preparación para… La diferencia de pensar las cosas completas y las cosas a medias. Las formas dispersas sin saber cómo (las estrellas), formas curvas que dan continuidad. Nocturnidad o noche aspiracional (como Forner). Una temporada de silencio.

Gonzalo: Aquello a lo que el ojo no llega, el arte como la forma que junta, no es lo poco familiar, sino lo demasiado familiar e imposible. Lo contrario al surrealismo, operar sobre el paisaje. La opulencia en las formas que se repiten, lo que brota como algo decorativo. La clase en aquellas formas que de tan relacionadas aún no se conocen.  Lo que produce y lo que gasta, la posibilidad de un fin.