MUESTRA PUENTE

Fondo Nacional de las Artes, Noviembre 2021.


Curadora: Manuela López Anaya
Textos de sala: Roberto Amigo

Declarada de Interés Cultural por la provincia de Entre Ríos mediante la Res. 224/20 SCG.
Fotografía: Cortesía de Jorge Minio y Dot fiftyone gallery.

PRESENTACIÓN

Nuestra tierra era como una isla entre los dos ríos, el pariente del mar y el de los pájaros y las piedras. Carlos Asiaín


Esta exposición a aspira presentar una mirada al arte contemporáneo entrerriano, en particular a un conjunto de artistas relacionados a la ciudad de Paraná, capital de la provincia (1). No intenta establecer una historia del arte de la región ni afirmar la existencia de una escuela propia, aunque se postule la presencia de rasgos en común dentro de una diversidad estilística, se trata de indagar en las propuestas estéticas de cada artista a partir de una selección acotada de obras significativas. Para este fin, se organiza la exposición en dos núcleos temporales: el primero con obras de los años sesenta y setenta, expresión de la ruptura con la tradición local; el segundo con producciones recientes de artistas activos. Sin embargo, no se trata de la combinación de una mirada histórica con otra actual, sino de pensar el conjunto desde una interpelación compartida: cómo activaron la contemporaneidad de los lenguajes artísticos internacionales, y en mediante esta acción establecieron posiciones propias sobre lo local sin localismos.

Se trata de la ciudad de Paraná como lugar compartido pero también como idea: el territorio donde el hacer puede cobrar sentido, en la balanza –a veces mal calibrada- entre la proyección individual y la construcción comunitaria. Debe pensarse qué es un territorio distinto donde actuaron Carlos Asiaín y Gloria Montoya del que lo hacen ahora Julia Acosta y Lucas Mercado, que pueden desplazarse en un espacio ya modificados por aquellos; como también se trata de otras pulsiones entre Buenos Aires y Paraná las que guían a Mildred Burton, de las que impulsan a Federico Lanzi. La inclusión de ambos, con fuertes vínculos con la ciudad, pero en cierto modo con un desarrollo de obra externo a ella, es pensar Paraná no como una locación geográfica sino como identificación personal, donde se entremezclan el deseo, la voluntad y también la necesidad de distancia.

También los viajes de formación, las etapas de la vida en otro lugar, la constante relación con Santa Fe, cruzando el río, y también el persistente retorno van dejando marcas en las obras, huellas de lo aprendido y de lo visto, de las redes afectivas. En este sentido, Asiaín, ante la constante interrogación sobre la identidad ofreció una reflexión certera y poética: “En principio nada es tan íntimamente particular de algo o de alguien, por tanto no es seguro referirnos a un arte provincial excluyendo los aires lindantes, los viajeros vecinos o remotos que pasaron dejando una palabra, una música, una forma de vestirse, una manera de labrar sus utensilios, sus instrumentos, sus historias reales o creadas para el asombro, para la esperanza.” (2)

Al respecto, Gloria Montoya, en una entrevista de 1960, respondió cuando le preguntaron si existía una pintura “con carácter entrerriano”: “… todos sentimos adentro ‘algo’ que nos hace llamarnos ‘entrerrianos’ con cariño. Cuando ese algo un tanto indefinido se abra paso, podremos hablar no de pintura local, sino de una pintura universal por sobre todo, pero con caracteres distintos. ¿Qué es necesario? Lo es, en tanto signifique la madurez espiritual de nuestro pueblo. Será entonces consecuencia natural y lógica, y producto de una época muy especial, en que el hombre está abierto al mundo, y se nutre con todas las corrientes, al tiempo que está arraigado en un pedazo de tierra.”(3)

Otro aspecto central, es son artista que a la par que producen su obra construyen el propio medio para llevarla a cabo, la infraestructura necesaria para cada etapa, dentro y fuera de las instituciones artísticas preexistentes. Así, formaron grupos y colectivos (Grupo 633, Parientes) afianzaron desde la enseñanza las escuelas de arte y organizaron talleres de crítica de obra, pero fundamentalmente se miraron entre sí. Acosta, Mercado y Lanzi llegaron a compartir el tiempo del hacer de la obra tardía de Asiaín y Montoya pero interesa pensar que en su formación como artistas no solo tuvieron en ellos las primeras pedagogías e imágenes reconocibles sino que también adquirieron la convicción en un medio esquivo. Tal vez por eso cuando en 1960 le preguntaron a Gloria Montoya, en la entrevista mencionada, por el artista entrerriano que le interesaba contestó: “ninguno”. Esta exposición, con el beneficio del tiempo pasado, se propone de revertir esta respuesta.

1. La Bajada del Paraná, poblado antiguo colonial fundado en 1730 desde el desplazamiento de habitantes de Santa Fe, en la ribera contraria del río.  Adquirió predominancia al ser elegida como capital de la Confederación Argentina entre 1853 y 1861, bajo la presidencia de Justo J. de Urquiza. Aunque la villa fue capital provincial desde 1822, la fortaleza económica, política y cultural se desarrollaba en la ribera del río Uruguay, límite con la República Oriental. En el último tercio del siglo XIX la política de colonias agrícolas de inmigrantes transformó la sociedad entrerriana

2.  En Claudio Osán, (dir) Walter Musich, Gloria Daneri. La plástica entrerriana en las décadas de 1960, 1970 y 1980. Principales artistas y tendencias. Informe final. Universidad Autónoma de Entre Ríos, 2015, p. 12. Mimeo.

3. Diario de Paraná, 2 de febrero de 1960. Transcripto en Gloria Daneri (dir) Carlos Battauz, Valentina Bolcatto . “Si lo crees no será fábula”. Una narrativa sobre el “Grupo 633” (Aldama-Asiain-Montoya-Zapata) Paraná 1961-1978.Diálogos con Carlos Asiain. Informe final. Universidad Autónoma de Entre Ríos, 2019, p. 23. Mimeo.